Lennon escritor: no sólo de rock and roll vive el hombre

Compuestos hacia 1963, cuando la beatlemanía empezaba a conmocionar la cultura occidental, los textos de Lennon son una rara mezcla de surrealismo, humor y desenfreno lingüístico. Ahora llegan en una edición bilingüe.


Siempre escribí por risas, diversión o como quieras llamarlo.” Esta frase de John Lennon –parte de una carta a un fan de 1967– es útil para pensar en perspectiva su faceta literaria, ahora que ha llegado al país una edición española y bilingüe de 2009 que reúne en un sólo volumen la prosa, poesía y dibujos de In His Own Write (1964) y A Spaniard In The Works (1965), los únicos dos libros que editó en su vida.

Si para Lennon ya era increíble el nivel de fama y éxito que había alcanzado como músico, más lo era aún que le pagasen para publicar la clase de textos y dibujos que realizaba en la secundaria Quarry Bank, cuando satirizaba la realidad alrededor suyo en un cuaderno llamado The Daily Howl (El aullido diario).

Su principal influencia era el legendario programa radial The Goon Show, a cargo de Spike Milligan, Peter Sellers y Harry Seacombe. “Su humor era la única prueba que tenía de que el MUNDO (sic) estaba loco”, escribió sobre ellos en 1973.

En el esencial The Art & Music of John Lennon , el investigador Peter Doggett teoriza que parte de In His Own Write puede provenir de las páginas de The Daily Howl. A ciencia cierta, tres textos del libro fueron publicados originalmente en 1961 y 1962, en la revista Mersey Beat, dedicada a la escena musical de Liverpool.

El editor Bill Harry se interesó por los escritos de Lennon, “particularmente porque no era un pastiche de la poesía de la Beat Generation, que era furor con todos los demás estudiantes”, le dijo al biógrafo Ray Coleman.

Lennon contribuyó al primer número de la revista una apócrifa presentación de su grupo, donde ya se observa el gusto por el absurdo y los juegos de palabras.

En 1963, el editor Jonathan Cape le ofreció a Lennon –cuyo don para el humor y las respuestas rápidas ya era notorio– publicar un libro con textos y dibujos suyos. Lennon reunió creaciones realizadas recientemente durante las giras de los Beatles o en su tiempo libre y rescató algunos textos que habían sido confiados a Bill Harry. Casi sin esfuerzo, tenía listo su libro debut, publicado en marzo de 1964. La repercusión fue análoga a la de sus discos: número uno a ambos lados del océano.

Los libros de Lennon subvierten las normas del idioma, al punto que su autor confesó utilizar a veces palabras cuyo significado desconocía. También hay cierta crueldad adolescente y elementos políticamente incorrectos, como su fascinación –tanto en palabras como en dibujos– con los discapacitados y deformes, y su mención caprichosa de la palabra “judío”, a la que encontraba graciosa.

Allí, todo es satirizable, desde la literatura de aventuras (Treasure Ivan, donde “Ivan” sustituye por fonética a “Island”), hasta la televisión (The fingletoad resort of teddyvicious), pasando por una guía turística de su ciudad (Liddypool, publicado con otro título en 1961 en Mersey Beat). Lennon muestra filo para el humor político en Scene three, act one, una de las menos complicadas de adaptar a otro idioma. On safari with Whide Hunter –escrita a medias con Paul McCartney, quien también prologó el libro– anticipa a “The Continuing story of Bungalow Bill”, del Album Blanco (1968).

También se filtraban sentimientos más personales de Lennon: el padre que vuelve del mar en Nicely nicely Clive recuerda su propia experiencia con Alf Lennon, referido en el libro siguiente como San Alf. Los finales abruptos son una constante: cuando se le acababa el chorro de ideas inicial, Lennon, autor indisciplinado, prefería matar a sus personajes antes que esforzarse en desarrollar las historias.

El libro fue editado en Argentina el mismo año, titulado En su propia tinta (más agradable que el Por su propio cuento actual), traducido por Jaime Rest, con notoria influencia en el por entonces adolescente Luis Alberto Spinetta, quien experimentaría con palabras e imágenes en sus propias revistas escolares.

Para sorpresa de Lennon –y también desinterés: nunca se tomó en serio como escritor– el establishment literario fue más que positivo. “Vale la atención de cualquiera que tema el empobrecimiento del lenguaje inglés o de la imaginación británica”, dijo el suplemento literario de The Times, el diario que meses atrás había comparado a Lennon y McCartney con Gustav Mahler.

En una aparición promocional en el programa televisivo de la BBC Tonight, el periodista Kenneth Allsop le preguntó a Lennon por qué esa imaginación no aparecía en las letras de sus canciones. La respuesta llegaría unos años después, en otra entrevista: “Para expresarme a mí mismo, escribía A Spaniard In The Works y In His Own Write , los relatos personales que eran expresivos de mis emociones. Tenía un John Lennon compositor que escribía canciones para la carnicería”.


Cuando escribió estos textos inclasificables, todavía no era el emblema en el que se convertiría.

Después de firmar por un segundo libro, Lennon ya no estaba tan entusiasmado: “Una vez que se volvió ‘Queremos otro libro de usted, Mr. Lennon’, sólo podía soltarme con una botella de Johnnie Walker, y pensé, ‘si hace falta una botella por noche para que me ponga a escribir..., por eso no escribí más’”, dijo en 1980 poco antes de su asesinato.

A principios de 1965, ya demorado en la entrega, Lennon llegó a contemplar grabar un disco de spoken word, leyendo partes del primer libro y adelantando material del segundo. Finalmente, en junio salió A Spaniard in the works . “Fue empezar desde cero”, explicó. “El editor me dijo ‘tenés tantos meses para escribir un libro’. Un montón del primero había sido escrito de a ratos, a lo largo de los años”.

La parodia de Arthur Conan Doyle, “The singularge experience of Miss Anne Duffield”, que contó con la colaboración de George Harrison durante unas vacaciones en Tahití, es el relato más largo de los dos libros.

“Estaba viendo qué tan largo podía ir”, le dijo a Wilfred D’Ath en una entrevista radial para el programa de la BBC World Of Books. “Me olvido qué personajes han aparecido y entonces simplemente me pierdo y me aburro. Es por eso que usualmente los mato. Bueno, maté un montón en el primer libro.” En otra parte de esa charla Lennon confesó que era un escritor de primera toma. “Soy un creído con lo que escribo. Una vez que lo escribí me gusta y los editores a veces dicen: ¿Deberíamos dejar esto afuera o cambiar aquello? Y peleo como loco porque una vez que lo hice, me gusta mantenerlo. Pero siempre escribo de un tirón. Puedo agregar cosas cuando lo reviso, antes de que sea publicado, pero casi no quito nada.” “El Beatle que escribe” nombraba como favoritos a Arthur Conan Doyle y Lewis Carroll, de quien decía “Amo Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo , pero ni siquiera sabía que había escrito algo más, (yo) era tan ignorante. Fue un regalo de cumpleaños cuando era niño y me gustaron.” Por lo demás, negaba no sólo la influencia de Edward Lear y James Thurber (“porque los ignoro. Nunca oí hablar de Lear. Bueno, el nombre obviamente lo escuché en algún lado pero no lo vimos en el colegio”) sino también cualquier similitud con ellos o con James Joyce: “Compré todos los libros a los que dijeron que se parecía; uno sobre Edward Lear, Finnegans Wake, (Geoffrey) Chaucer, y no pude ver el parecido con ninguno de ellos.” También confesó no haber leído nunca a Jonathan Swift y un completo desinterés por Charles Dickens y William Shakespeare. Sus juegos de palabra, fáciles de vincular con Joyce, en verdad provenían de Carroll y del comediante Stanley Unwin.

A Spaniard In The Works también contiene “We must not forget the general erection”, donde palabras y dibujos forman una ácida burla de la política británica, poemas que versan sobre animales (periquitos, perros, vacas), una parodia al correo de los diarios en Readers lettuce y una doble sátira al catolicismo y a los debates televisivos en I believe, boot...

En diciembre de 1965, la revista norteamericana McCall’s publicó “The toy boy”, un poema que debería haber sido parte de un tercer libro que Lennon se había comprometido a entregar en 1966. En ese año y el siguiente, su imaginación ya había copado sus canciones (gracias a Dylan, la marihuana y el LSD): “Tomorrow never knows”, el upgrade lisérgico de “There’s a place”, “Strawberry fields forever” y “I am the walrus”, donde finalmente las lecturas de infancia de Lewis Carroll saltan del papel al vinilo.

Más allá de cartas a diversas publicaciones y algunas colaboraciones eventuales, la carrera literaria de Lennon ya había terminado, aunque hubo una breve transposición. En 1967 el actor Victor Spinetti (partícipe de los tres primeros films de los Beatles) adaptó los dos libros para el teatro con el título de “Scene 3 act one”, reestrenada el año siguiente simplemente como “In His Own Write”. Lennon contribuyó a la puesta de música y efectos de sonido. En 1968 anunció que estaba trabajando en una adaptación cinematográfica, de la que nunca más volvió a hablar.

Lennon volvió a escribir en 1976: “Me puse frenético en un período en el que se suponía que debía estar creando cosas, entonces me senté y escribí como 200 páginas de cosas locas, In his own writescas ”, le contó cuatro años después a Rolling Stone. “Algunas cosas son graciosas, pero no está del todo bien.” En 1986 ese manuscrito fue editado, junto con otros textos y dibujos del período, como Skywriting By Word Of Mouth .

Lo cual nos lleva a los escollos de esta versión editada por Papel De Liar, que empiezan la portada, con una icónica pero poco contextual foto de 1974. También se omite el crédito de coautor de McCartney en el primer libro. El mayor acierto, sin dudas, es incluir también los textos en su idioma original. Porque cualquier traducción que intente respetar o explicar las palabras de Lennon necesitaría un promedio de veinte notas al pie por página.

En su introducción, Andrés Ehrenhaus avisa que no realizó una traducción sino “una aproximación que fuese fiel a Lennon” para evitar domesticar al autor. Ciertamente, Ehrenhaus no la tenía para nada fácil, ya que buena parte de los libros son intraducibles en un sentido riguroso.

En ocasiones, al buscarle al juego de palabras en inglés un correlato en castellano, Ehrenhaus logra respetar el espíritu del original: el título “I believe, boot...”, donde Lennon reemplaza “but” (pero) con “boot” (bota), es adaptado como “Yo creo, pelo...”. Otras veces, algunas capas de sentido van quedando en el camino. La parodia de “Blancanieves Snorewife and several dwarfs” es traducida como “Quitanieves y varios enanitos”. Lo que esto no transmite es que, como sugiere Doggett, Snorewife parece ser una referencia a Cynthia Powell, la primera esposa de Lennon, con la que llevaba un tedioso matrimonio (coloquialmente, “snore” –ronquido– también alude al aburrimiento).

El principal problema es que Ehrenhaus no tiene la gracia de Lennon (menuda tarea para un traductor). Entonces, su intento de adaptarlo a nuestro idioma –a veces con palabras que ni siquiera circulaban en los 60, como “disquetera”– da resultados frustrantes. En un plano más formal, se subdividieron varios de los párrafos de Lennon. ¿No era que no se lo iba a domesticar?

La mejor aproximación ante libros así, más allá de una traducción que sea en sí misma un estudio de la obra de Lennon (ciertamente, una opción no muy rentable para los editores), sería una adaptación de autor; de alguien con tanto talento para jugar con el castellano como Lennon hacía con el inglés, donde el atractivo pase por leer la versión de una figura reconocida del humor lennoniano. Si tan sólo Diego Capusotto fuese también traductor.

Tras los pasos de Los Beatles


Para los fanáticos de la banda legendaria, un tour emotivo que recorre las calles de Liverpool. Las casas, colegios y escenarios donde crecieron sus integrantes.
En Mathew Street, un pub y una estatua de Lennon se levantan frente al mítico The Cavern Club.

Canta John Lennon en la dulce In my life : “Hay lugares que recordaré toda mi vida/ aunque algunos hayan cambiado...” . Habla deLiverpool. Esa ciudad portuaria, melancólica y hasta medieval de Inglaterra que hubiera quedado olvidada en los mapas si no hubiera sido la cuna de los “Fabulosos Cuatro” y escenario del surgimiento y crecimiento de la banda que marcó un antes y un después en la historia de la música: The Beatles. Y claro, para muchos, el grupo más importante del siglo XX (y lo que va del XXI). Es por eso que miles de fanáticos de todo el planeta llegan cada año hasta estas calles bañadas por el río Mersey, para conocer los lugares sagrados “donde empezó todo”, mientras se multiplican los “Beatles tours” que organizan guías expertos en el tema, ante el incesante deambular de los beatlemaníacos, ávidos de información, de fotos, de merchandising, de anécdotas.

Bajo los “azules cielos suburbanos”, todo remite a Los Beatles en Liverpool (por eso mismo, no defrauda a nadie) y conduce a una gira mágica y misteriosa a través de la historia de los eternos John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr.

Sólo su talento y su enorme legado han podido lograr que modestos barrios de viviendas sociales de ladrillo a la vista –donde ellos nacieron y/o se criaron– adquirieran carácter de santuarios, que una rotonda cualquiera quedara inmortalizada por una canción –por supuesto, nos referimos a Penny Lane –, o que a los vecinos de Mathew Street les pregunten mil veces al día por el club The Cavern.

Ni hablar de los taxistas que llevan a los pasajeros hasta el asilo que inspiró a Lennon para escribir Strawberry Fields Forever y son desbordados ante los interrogatorios de la gente.

Por elección propia, el recorrido comienza en la estación de Lime Street, adonde arriban los trenes de Londres y la misma que sirvió de punto de reunión a los fanáticos el día en que Lennon murió asesinado. Desde allí, las calles laberínticas de Liverpool –convertida en puerto en 1229 por Enrique III– nos llevan hasta los bares que ellos frecuentaban, sus colegios y los sitios donde hicieron sus primeras presentaciones. Un tour a pura emoción.
Penny Lane. Con su rotonda y sus negocios, esta calle pasó a la historia gracias a la canción del grupo.


Donde empezó todo

Entre 1940 y 1943, los cuatro Beatles nacieron en una Liverpool devastada por los bombardeos nocturnos de la Luftwaffe (la fuerza aérea de Hitler). Pese a las bombas, esos lugares siguen en pie y, precisamente, el tour a cargo de Jackie Spencer (guía oficial desde 1995) pasa por las puertas del Maternity Hospital, donde nació John, y el Walton, donde vino al mundo Paul y su madre trabajaba como enfermera (ella murió cuando el futuro bajista de Los Beatles tenía 14 años). Las siguientes paradas son las conocidas como two up-tow down(dos ambientes arriba, dos abajo) que vieron nacer a George y Ringo, en 12 Arnold Grove y en 9 Madryn Street , respectivamente.

John vivió sus primeros cinco años con su mamá, Julia Stanley, a dos cuadras de Penny Lane. Pero la casa que pasó a la historia –parte central del circuito– es la ubicada en el 251 de Menlove Avenue , donde lo crió su tía Mimi. En cambio, Paul y George se criaron en el barrio industrial Speke y se conocieron en la parada del colectivo. Desde 1950, los Harrison vivieron en 25 Upton Green , y luego de dos mudanzas, los McCartney se instalaron en la famosa 20 Forthlin Road . Esta casa de los suburbios de Allerton fue convertida en museo y allí tocaban John y Paul hasta las tres de la tarde, cuando llegaba su padre de trabajar. Entre otros himnos, allí crearon I saw her standing there . Siempre en el humilde barrio The Dingle, Ringo vivió en 10 Admiral Grove .

La próxima escala es la Quarry Bank Grammar School , en Hart-hill Road. La escuela a la que asistía Lennon inspiró el nombre de la banda que creó hacia fines de los 50, The Quarrymen, que hizo posible el histórico encuentro con McCartney cuando Paul fue a escucharlo el 6 de julio de 1957.

La trascendencia del recital de los Quarrymen en el campo situado detrás de St. Peter’s Church , en Woolton, radica en el momento en que Paul logró impresionar a John tocando algunas canciones con una guitarra prestada y fue convocado para sumarse al grupo. “Aquí se conocieron”, recuerda una placa en el hall en alusión a aquel sábado soleado, y deja a todos sin palabras. El silencio del lugar concuerda con la propia necesidad contemplativa.

Sin embargo, la visita a la iglesia sigue sorprendiendo: decenas de lápidas se suceden a un costado, entre las que se destacan las de Eleanor Rigby y McKenzie. Lo llamativo es que ni siquiera Paul sabe si los nombres que aparecen en su canción Eleanor Rigby son producto de una coincidencia o de una traición de su inconsciente. “Parece ser que en el cementerio Woolton, donde solía andar con John, está la tumba de una tal Eleanor Rigby y de alguien llamado McKenzie”, dijo alguna vez.

Al tomar por Beaconsfield Road, dos columnas de ladrillos sostienen una reja colorada: era la entrada de un hogar de niños del ejército de salvación donde John jugaba cuando era chico. Las letras blancas de los carteles lo dicen todo y arremeten contra el último corazón enmohecido (si es que queda alguno). Son dos palabras. La primera esStrawberry . La otra, Field .

En el lugar que inspiró una de las melodías más bellas de todos los tiempos es imposible no cantar (además, el tour acompaña con música acorde) Strawberry Fields Forever , al igual que cuando llegamos aPenny Lane, cercana geográficamente y la contracara del simple editado en 1967. Paul inmotalizó la calle Penny, describiendo el paisaje que observaba cuando tomaba el bus en la rotonda central. Un banco y un barbero con fotos de sus clientes... todo sigue en su sitio. Pero claro, ahora las fotos son de Los Beatles.

El recorrido continúa al Liverpool Institute , en Mount Street, donde estudiaron Paul y George. El colegio quedaba a metros del Liverpool College of Art en el que John conoció a Stuart Sutcliffe –integrante del grupo en los comienzos– y a su primera esposa, Cynthia Powell. En esos tiempos, John le avisaba a Paul qué aula quedaba libre y el bajista iba con su gamulán abrochado hasta el cuello para ocultar la corbata del uniforme escolar. Las anécdotas son infinitas a lo largo del tour.

Entonces, llegamos a la meca: en la puerta del Cavern Club , como si hiciera falta, un letrero recuerda que allí empezó todo. En la angostaMathew Street , Los Beatles tocaron unos 300 shows, entre 1961 y 1963. El lugar fue demolido en 1973 y, luego de ser restaurado con ladrillos del sótano original, reabrió en 1984. En la época en que los fans hacían cuadras de cola para verlos, Los Beatles cruzaban al bar The Grapes (sufrió un incendio en 2003), porque ahí podían tomar alcohol. Hasta que les avisaban que era su turno de tocar y corrían al Cavern. Justo frente al histórico club se levanta el Cavern Pub y, a un costado, una estatua de Lennon y los nombres de las bandas que tocaron en el mítico escenario. En distintos puntos de la ciudad hay esculturas de los “Fab Four”, como en Cavern Walks. Y desde 1983 The Beatles Shopabre “ocho días a la semana”, un buen lugar para quedarse sin un centavo comprando recuerdos. También hay dos bares imperdibles:The Jacaranda Club con sus murales, y Ye Cracke, frecuentado por John cuando murió su mamá.

Las dársenas del Albert Dock son un buen final para el circuito, como el recomendable museo The Beatles Story , que recorre la vida del cuarteto. En Pier Head, en la terminal de ferrys del Mersey se puede vivir la experiencia “Fab4D”, mientras que se puede seguir comprando memorabilia en las tiendas “Fab4Store”. Algunos tours incluyen The Casbah Coffee Club y el estudio Percy Phillips , elegido para la primera grabación beatle. Además, cada agosto se celebra la “Semana Internacional Beatle” y se organizan festejos en aniversarios importantes de la banda y los cumpleaños de los integrantes.

Como Lennon, los fans también recordarán siempre Liverpool. Aquí, allá y en todas partes.



MINIGUIA

COMO LLEGAR. Por Aerolíneas Argentinas a Londres, desde $ 9.100 con impuestos. Tren a Liverpool (3 hs), desde US$ 29 (www.thetrainline.com).

CUANTO CUESTA. En Liverpool, hay empresas que ofrecen alojamiento y tours guiados. Una noche en Hard Days Night Hotel con desayuno, “Full Day Private Tour” e ingresos al Casbah Coffee Club y The Beatles Story Experience, US$ 1.650 para 2 personas. Hay tours de 1 a 7 horas, privados y a medida. El estándar de 2 hs 50’, US$ 230; de 7 horas con almuerzo, US$ 688.


INFORMACIÓN

www.beatletour.com 
www.beatleguides.com
www.cavernclub.org
www.beatlecitytour.com

El día que los Beatles se subieron al tejado

La incursión de los Cuatro Fantásticos en la azotea de Savile Row fue imitada, tiempo después, por otras bandas como U2 y Red Hot Chili Peppers.


por Juan Carlos Gomi (*)

El policía número 503 de la comisaría de Westminster de Londres pasó a la historia por ser el agente que subió a la azotea donde Los Beatles tocaban la canción "Get Back" y los obligó a parar su última actuación en directo. Desde aquel 30 de enero de 1969, miles de bandas tratan de imitarles.

Ese día, los cuatro de Liverpool se subieron a la azotea del número 3 de Savile Row en Londres, sede de Apple Corps, y, durante 42 minutos, tocaron -y grabaron para el documental "Let it Be"- varias canciones, entre ellas su memorable "Get Back", un poderoso "I've Got a Feeling", y hasta una breve versión del himno británico.

"Fue estupendo porque era al aire libre, algo poco habitual para nosotros", declaró Paul McCartney en el libro "Antología", no sin lamentar que alguien desconectara el equipo de sonido cuando fue requerida la suspensión del improvisado concierto por la policía.

"Algún vecino llamó a la policía y cuando subieron yo estaba tocando -habla Ringo en el mismo libro- y pensé: íÓjala se me lleven a rastras!. Nos estaban filmando y habría quedado genial que los polis se hubieran cargado la batería a patadas. Naturalmente, no lo hicieron".

Sin duda, contaríamos otra historia si los Beatles hubieran sido arrestados. Pero no es fácil detener a la gente con dinero y menos si tienen talento, como es el caso.

Otros que lo intentaron, casi veinte años más tarde, fueron los irlandeses U2 con el videoclip del tercer single de su álbum "The Joshua Tree", la canción "Where The Streets Have No Name".

Bono y sus chicos habían aprendido la lección de la azotea beatle. Para empezar no invitaron a Yoko Ono, buscaron una temperatura primaveral -día soleado en Los Angeles- y anunciaron la actuación en emisoras de moda.

Se trataba de montar el escándalo subidos en la cubierta de un edificio, para emitirlo en la MTV en plan "Jersey Shore" de hace 25 años, pero sin subidas de tono.

Más de 1.000 personas acudieron a la convocatoria en el exterior del tejado del edificio Republic Liquor Store; como confesó el manager de la banda en 2007, Paul McGuinnes, se trataba de exagerar el enfrentamiento con la policía a la espera de la cancelación del concierto, hecho que no se produjo.

Bomberos, el helicóptero de tráfico, policía y todo tipo de agentes del orden se personaron en el lugar para salir en el vídeo y, de paso, gastar fondos del contribuyente.

Entretanto, Bono sacudía al viento su melena y el guitarrista The Edge golpeaba la guitarra bajo un sombrero de dudoso gusto. Eso sí, la canción sigue siendo excelente y la banda ganó con este clip en 1989 el premio Grammy a la mejor interpretación en un vídeo musical.

La plaga de subirse a una terraza para incordiar a los vecinos no amainó tras esta experiencia; es más, casi se ha convertido en un género en sí mismo.

De estilo clásico -imitación beatle- se puede calificar la actuación de Red Hot Chili Peppers en julio de 2011, en una terraza de un edificio de la populosa Venice Beach de Los Angeles.

Allí interpretaron el primer sencillo de su último disco, "The Adventures Of Rain Dance Maggie", rodeados de centenares de personas a sus pies con teléfonos móviles en modo vídeo.

Del lado hispano y con este espíritu, hay que recordar el videoclip de "La Flaca" de Jarabe de Palo, o el memorable homenaje de la parroquia indie al disco "Let It Be" en la terraza del Círculo de Bellas Artes de Madrid hace ya casi tres años.

Después están las actuaciones impulsadas por canales de televisión y videoblogs. Tanto U2, en el edificio de la BBC de Londres en 2009, como Foo Figthers, en la cornisa de la sede de Radio City Hall de Nueva York en 1997 para la MTV, han usado terrazas y exteriores de edificios para promocionar sus trabajos musicales y ganar puntos de audiencia.

Quizá esta pasión por las alturas sea un mensaje de consuelo para tiempos difíciles. Ya en 1962, el grupo vocal de soul The Drifters alcanzó fama y popularidad con "Up on the Roof". La canción, compuesta por Carole King y su primer marido, Jerry Goffin, nos habla del horizonte, las estrellas y el aire fresco y dulce. Una llamada al optimismo frente al ruido y la realidad de la calle.

(*): EFE.

Paul McCartney podría tocar en La Plata

Están avanzadas las negociaciones para una nueva presentación del ex Beatle en Argentina. El concierto se realizaría entre el 27 de abril y 5 de mayo.

El ex Beatle Paul McCartney podría llegar a presentarse nuevamente en la Argentina si llegan a buen puerto las negociaciones, que están muy adelantadas, para que brinde un concierto entre los días 27 de abril y 5 de mayo en el estadio Ciudad de La Plata.

Esta sería la 3 visita a la Argentina de McCartney, quien este año publico su muy buen disco "Kisses in the Bottom", y que esta trabajando en una nueva producción con los productores Mark Ronson y Ethan Johns.

Télam pudo saber que una de las más importantes productoras de eventos musicales de la Argentina reservo el Ciudad de la Plata para los días que transcurren entre el 27 de abril y el 5 de mayo de 2013.

Esto fue reconocido por organismos provinciales y municipales vinculados al cuidado del estadio, por productores artísticos y por dirigentes del Club Estudiantes de La Plata.

Al parecer para esas fechas, Estudiantes de la Plata tiene varios partidos previstos por el Torneo local, por lo que la administración del estadio ya trabaja con el club para que durante esos días que se necesita el estadio para preparara el escenario, juegue en la cancha de Quilmes.

Por el lado de Estudiantes, los dirigentes ya trabajan junto a AFA, Quilmes y los organismos bonaerenses de seguridad para acomodar el calendario y que le sea permitido jugar en el Centenario del municipio de la zona sur del conurbano.

Estudiantes visitaría a All Boys el 28 de abril, recibiría a Unión en la cancha de Quilmes el 5 de mayo y viajar a Rafaela el 12 del mismo mes.

Por el lado de las productoras, el anuncio tardara en realizarse, ya que la misma empresa esta abocada a la organización de otros conciertos y no quiere que el anticipo de este concierto importante opaque o afecte la venta de otros similares.

Por lo que confiaron las partes, la confirmación del concierto del ex Beatle y de la fecha, se conocerá en el transcurso de los próximos días.

Los Beatles, de dominio público en Europa

Al cumplirse 50 años desde su lanzamiento, expiraron los derechos de autor sobre "Love Me Do" y "P.S. I Love You"


El primer single de los Beatles, "Love Me Do", pasó a ser de dominio público en Europa, gracias a la ley de copyright vigente en la Unión Europea que sostiene que los derechos de autor sobre la música registrada expiran a los 50 años de su creación. Tanto "Love Me Do" como su lado B, "P.S. I Love You", fueron lanzados en 1962 (e incluidos en Please Please Me,de 1963) así que la protección sobre ambos tracks dejó de ser válida el 31 de diciembre del año pasado. A pesar de que ya existe un proyecto aprobado para extender el tiempo a 70 años, la ley no se hará efectiva hasta noviembre de este año.

La nueva ley incluirá una cláusula especial que obligará a las compañías discográficas que tienen los derechos de las grabaciones lanzadas antes de 1963 a permitir el consumo y compra de esas obras o dejar que los artistas reclamen el control del copyright. Esta regla hizo que, por ejemplo, Sony lanzara una colección de edición limitada con 86 outtakes de Bob Dylan para poder quedarse con los derechos sobre el material: el copyright sobre el álbum debut de Dylan expiró junto con "Love Me Do". De esta manera, los ciudadanos europeos tienen la posibilidad de copiar, adaptar y reinterpretar gratuitamente estos clásicos.

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=_xuMwfUqJJM

Autógrafos: Los favoritos de los falsificadores



Elvis Presley y los Beatles lideran la lista de autógrafos de famosos más falsificados en el año que termina, con menos de la mitad de sus autógrafos puestos en venta certificados como verdaderos, dijeron los autentificadores de recuerdos PSA/DNA, con sede en Los Ángeles, a la agencia de noticias Reuters.

El rey del rock y la banda británica, quienes lideraron la lista hace dos años, cuando fue publicada por última vez, se unieron a figuras destacadas como el ex presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy y la fallecida estrella del pop Michael Jackson en la lista de famosos cuyas firmas son las más buscadas y, por consiguiente, las más lucrativas a la hora de estos peculiares y sucios negocios.

El fallecido astronauta estadounidense Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna, "aterrizó" en el puesto número tres de la lista, después de que falsos autógrafos suyos se incrementaran de manera significativa tras su muerte, en julio de este año.

Ravi Shankar: el gurú de la música hindú que influyó en la cultura occidental

Ravi Shankar se transformó, sin proponérselo, en una divinidad musical de la India. El sonido magnético de su sitar y las ondulantes escalas psicodélicas de sus ragas ampliaron la conciencia musical de la generación de los setenta. El magnetismo que provocó primero su sitar en la cultura pop fue tan grande como el efecto que tuvo su música en Los Beatles, Los Byrds, The Animals y los Rolling Stones, los primeros que cayeron rendidos ante el influjo rítmico de la música tradicional india, antes de que se inventara el término world music.

A los 92 años, el gurú de la música india falleció tras una operación de corazón. El padre de Norah Jones y del sitarista Anouska Shankar tenía trato de leyenda y había conseguido un reconocimiento mundial por la música compuesta para la banda de sonido del film Gandhi (1982); obras para la Orquesta Filarmónica de Moscú; o composiciones contemporáneas junto a Philip Glass. Ese sincretismo cultural entre Oriente y Occidente formó parte de su historia artística y de su propia biografía personal.

Murió en San Diego, Estados Unidos, y había nacido en Varanasi (un pueblito indio recostado sobre el Ganges), el 7 de abril de 1920. En su sonoridad y estilo, tan complejo como fluido y orgánico, Ravi simbolizó a la India moderna y a la India arcaica. Hijo de una familia burguesa de ascendencia bengalí, su vida estuvo rodeada de las artes mayores y la cercanía con la cultura universal.

A los 10 años, ya era parte de la compañía de danza de su hermano Uday, y en cinco años se convirtió en uno de los bailarines estrella del elenco. En tanto, los viajes, su vida mundana en París y su afición aventurera por el sitar preocupaban a su padre. La música estaba empujando al joven Shankar a romper con el mandato familiar. Se cambió el nombre original Rabindra Shaunkar Chowdhury por el de "Ravi Shankar" y encontró a su propio gurú musical, Allaudin Khan, quien le enseñó el universo secreto del sitar. "Me entrenó a la manera antigua -recordaba en una entrevista-. Déjeme decirle que era difícil para mí pasar de lugares como Nueva York y Chicago a un pueblo remoto lleno de mosquitos, chinches, lagartos y serpientes. Yo era como un joven occidental. Pero superé todo eso."

El sitarista dejo la vida mundana y se reencontró con la matriz espiritual de su cultura, pero siempre mantuvo el interés de cruzarse con músicos de otros géneros. John Coltrane fue uno de sus primeros alumnos, en la década del sesenta, cuando intentó desentrañar el arte de la improvisación de los ragas. Pero sería George Harrison, el beatle de perfil bajo, el que llevaría la imagen de Ravi Shankar a un lugar de exposición similar al de una estrella de rock. Shankar, sin embargo, no coincidía. con la experimentación y el consumo de drogas de esa generación, pero abrazó a George con el cariño de un discípulo rebelde.

El guitarrista beatle lo metió de lleno en otros ámbitos musicales, como el Festival Monterrey Pop, de 1967; el Festival de Woodstock, de 1969, donde compartió cartel con figuras como Jimi Hendrix, y encontró su punto cúlmine de colaboración con colegas occidentales en el histórico concierto a beneficio de Bangladesh que organizaron en el Madison Square Garden en 1971.

El sonido de su instrumento y la filosofía hindú provocaron una verdadera fascinación en George Harrison. La colaboración artística entre maestro y discípulo continuaría a lo largo del tiempo dejando originales obras como Shankar Family and friends (1974), donde la canción y los mantras sonoros de la India encontrarían el punto justo para el oído occidental.

Shankar fue el puente perfecto a la iluminación sonora de Occidente. El último sabio musical del siglo XX.